En los tiempos difíciles hay que ser lo suficientemente hábil para reciclarse.
Tras el curso de atención al cliente de la Fundación Onada, y con el apoyo del programa Incorpora de la Fundació “la Caixa”, Bárbara ha finalizado sus prácticas laborales en Monceau Fleurs Tarragona, una floristería con más de 165 establecimientos en todo el mundo.
Bárbara valora muy positivamente su paso por Monceau Fleurs y, según comenta, con los cursos de la Fundación Onada y las prácticas en Monceau Fleurs ha ganado mucha autoestima. Un tutor estuvo con ella enseñándole a manejar las flores, a conocer la variedad de artículos, los precios y el funcionamiento de la tienda. “Una persona que no sabe el oficio al principio no es autónomo, aunque poco a poco van sacando faena, pero sobre todo vienen a aprender con la persona empleada que le está acompañando”.
“Las prácticas dan la satisfacción de poder aportar a la sociedad”
Nelson Alfonso Rodríguez León es el propietario de Monceau Fleurs de Tarragona, y quien ha gestionado con la Fundación Onada la incorporación de estudiantes en prácticas, tras su curso de Atención al público y a la persona. En Monceau Fleurs, nos cuenta, “hemos colaborado varias veces con asociaciones de Tarragona y alrededores con alumnado en prácticas, ya sea con jóvenes con dificultad de integración en la vida laboral como otros colectivos”.
Para Alfonso, las prácticas ayudan a la empresa a contribuir y aportar algo a la sociedad. A los y las estudiantes, las prácticas les enseña el mundo laboral que hay frente a ellos y tienen que ir a por él. “Nosotros estamos ahí para dar apoyo a las entidades como la Fundación Onada, que ayuda a las personas vulnerables a encontrar una inserción laboral.”
Lo que más valora Monceau Fleurs en un trabajador es “la voluntad y las ganas, el empoderamiento de esa persona de querer trabajar”.
En Monceau Fleurs Bárbara ha aprendido a alambrar flores, pero también ha regado plantas y un poco de todo. Al final del período de prácticas también atendió clientes, que “se le dio bastante bien porque ya tenía más conocimiento de cómo funcionaba la tienda”. Para Alfonso, “Bárbara es muy buena trabajadora, educada, prudente, conoce la terminología y con buenas capacidades comunicativas. Ayudó mucho porque se le dan muy bien los trabajos manuales. La recomendaría a cualquier negocio”.
Para los tutores, según Alfonso, enseñar a alguien en prácticas también supone una compensación sentimental porque, con su experiencia, están haciendo una labor social ayudando a otra persona a formarse. “Yo estoy orgulloso cuando recibo a alguien y los empleados también sienten que aportan su granito de arena ayudándoles a formarles”. Y cuando un cliente ve que tiene estudiantes en prácticas “ve que el establecimiento está aportando a la sociedad”.